Samuel García, 1ºB Mª de Gracia Chico 1ºB María de Gracia Chico, 1ºB María Romero, 1ºB Carlos Parejo 1ºB Ana Ojeda 1ºB Samuel García, 1ºB Foto ganadora, Pablo Buza 4º
CONCURSO DE POEMAS O CARTAS DE AMOR
DÍAS DE AMOR
(Soneto)
Yo no sé de amor ni de desengaño,
y no hay lágrimas en mi habitación,
¡ respira tranquilo mi corazón
que nadie puede hacerte ningún daño !
Llegará este sentimiento algún año
llegará y me rozará con pasión
mi vida se llenará de emoción
y todo se volverá más extraño.
Y tendré más ilusión por vivir,
y tendré más ilusión por amar,
habrá cada día miedo a sufrir
temiendo por que se pueda acabar
lo que mi alma ha conseguido sentir
y por esa persona suspirar.

Autora: Marina Fernández Fernández 4ºA
Concursos de relatos

Cuento ganador curso 2018-19

Mi ángel
Como de costumbre, me veo arreglando, fregando, limpiando y pintando los nichos del cementerio con mi madre. En verdad, es algo que no me agrada mucho pero como ella es así de tradicional, no quiero disgustarla y siempre la ayudo. Ella siempre dice que hay que recordar a nuestros difuntos, y por eso visitamos este lugar muy a menudo. La veo cargada con su cubo y los paños para sacar brillo a unas lápidas que tienen el color comido por el sol. Y me asombra la paciencia y el cuidado que tiene siempre al pintar los bordes de las lápidas, intentando siempre no pintar ni un poquito en el mármol, como si en realidad importase mucho, pero para ella, al parecer, sí importa. El día de hoy está despejado, aunque hace un poco de frio, y como pronto se celebrará la fiesta de difuntos, en el cementerio hay mucha gente. Si lo pienso detenidamente, no es un lugar tan feo, sobre todo en estos días, que hay muchas flores de colores por todos lados, y aunque parezca irónico, es como si este lugar cobrara un poco de vida. Tantas personas de un lado hacia otro, con escaleras, y latas de pintura, con flores de plástico o ramos naturales, unos hablando con otros, hay murmullos y ruido por todos lados. Hoy hemos vuelto para terminar de arreglar algunos nichos que faltaban. El día está nublado y gris, y parece como si fuese a llover, pero aun así hay gente terminando de arreglar las tumbas de sus familiares. Mi madre está subida en una escalera de madera, y yo desde abajo la sujeto con fuerza. Hoy en el suelo hay algunos charcos, esta noche ha llovido y todo está húmedo, no quiero que resbale. Cada vez que venimos, nunca me deja subir a la escalera, siempre tiene miedo a que me caiga, piensa que me puedo hacer daño, nunca me deja arreglar esa lápida. Ya ha terminado de colocar el ramo de flores en el nicho más alto, desde abajo la he escuchado llorar, y al mirarla he visto como se secaba las lágrimas en un pañuelo blanco, y he observado como durante largo rato acariciaba una figura de color claro que sobresale un poco de la lápida, y como repetía una y otra vez…. mi ángel, mi ángel. Hoy la veo muy triste, echa de menos a sus seres queridos, y apenas ha hablado con nadie desde que entramos en el cementerio. Ya está anocheciendo, cada vez hace más frio. Ya no queda nadie en el cementerio solo nosotras y el enterrador. Es un hombre muy delgado, moreno y bajito, de aspecto bastante serio, pero a la vez su cara inspira confianza. Venimos tantas veces, que mi madre ya lo conoce bastante. Creo que le está preguntando algo, la verdad es que no los escucho muy bien, me he quedado atrás, entretenida mirando una de mis estatuas preferidas, una que está en la calle principal, encima de una gran tumba negra. Es de una joven con un vestido largo y lleva un ramo en la mano. Mi madre me ha contado que era una novia, que falleció en el día de su boda, y por eso le hicieron esa estatua, para que eternamente fuese una novia. Pero hoy veo la estatua diferente, no parece la misma de siempre, en su rostro apenas observo esa dulce sonrisa que suele tener, y parece una estatua mucho más vieja, más antigua, el mármol no está tan blanco y reluciente como de costumbre, como si hubiesen pasado veinte años por ella. Ya ha oscurecido casi del todo, y de repente, una densa niebla empieza a cubrir el suelo del cementerio, rápidamente me giro hacía la puerta, y veo como mi madre y el enterrador están cerrándola, es una pesada cancela de hierro y escucho desde lejos como chirría y el golpe fuerte y seco al cerrar el candado. Empiezo a correr hacia ellos, y parece que no avanzo ni un solo centímetro por más que lo intento. Desde lejos escucho llorar a mi madre, pidiéndole una y otra vez al enterrador que la deje quedarse, sólo esta noche. -Solo esta noche… la escucho gritar. Y el enterrador la sujeta fuertemente entre sus brazos. Me paro en seco al ver que no consigo avanzar ni un palmo. Empiezo a notar como si un escalofrío recorriese todo mi cuerpo, noto una brisa helada que me recubre, me envuelve. Ya este lugar no me parece agradable, ya no me siento tan bien como hace un rato cuando estaba junto a mi madre. Me paro frente a las puertas de cristal de un panteón, y en ellas puedo ver la imagen de una niña, recubierta de sangre, con una gran herida en la cabeza, y una mirada negra y vacía. ¿Quién es? Entonces, bajo la mirada y me miro el cuerpo, soy yo.
Autora: Marina Fernández Fernández 4ºA
Finalistas:
Raúl Jiménez 2ºC
(La mansión del final
de la cuarta calle de la segunda manzana)
Miguel Ángel Verdugo 2ºB
(La noche)
Un soneto sobre Carmona

Dulce y cristalina brisa del viento
Acariciando el cabello del suelo
Bañando las blancas nubes del cielo
Animando a todo buen forastero
Las cimas de tus bellas iglesias
Alcanzan los astros del firmamento
Haciendo este lugar un mundo nuevo
Lleno de apasionantes monumentos
Frías calles rebosan de momentos
Parques llenos de alegrías y sueños
Hacen lo hermoso de este enorme pueblo
Retumbando el canto de los jilgueros
Oí a un joven anciano decir
¡Bella y gran Carmona, aquí quiero morir!
Autor: Daniel Moreno Fernández 1ºC
Día Internacional del Libro
Cada 23 de abril celebramos desde la Biblioteca el Día internacional del Libro.